Cacique Romero

El Maquis tiene como objetivo contar la verdad de ciertos innobles personajillos que pretenden vivir del engaño

03 octubre, 2006

La hoguera de las vanidades


Hay que ver la cantidad de gente que mueve tras él un ministro. La llegada del jefe de la diplomacia española, Miguel Ángel Moratinos, y del presidente andaluz, Manuel Chaves, a Los Barrios atrajo un enjambre de prebostes que ni pinchaban ni cortaban, porque el ministro vino a reunirse con el presidente de la Mancomunidad y con los alcaldes del Campo de Gibraltar. Los demás, si no pertenecían a los respectivos gabinetes de Moratinos o Chaves, sobraban.
Pero esa es la política, igual en todos los partidos y órdenes del escalafón, si viene un jefe hay que ir a dar el taconazo y a lucir terno, aunque luego quede uno situado en una fila mal ubicada y te tapen los fotógrafos, que es lo más parecido a un cazador con la veda levantada, pero con la ventaja de que sus disparos son incruentos, así que se le permite ametrallar a la pieza.
Esa nube de cargos menores llevaba colgada también una cohorte de jefes de prensa, fotógrafos y otros oficios de complicada denominación -algunos con trajes de delegado provincial al menos- cuya misión era, más que recoger la visita del ministro o del presidente de la Junta, ensalzar la presencia del paladín de turno en tan magno acontecimiento con el fin de proporcionar a las generaciones futuras un documento de vital trascendencia histórica.
Estos actos suelen atraer también a gente que normalmente no viste de tiros largos, pero que se emperifolla para la ocasión como si fuese a esperar a pie de altar a la más esplendorosa de las novias. Y todo para acabar en medio de la marabunta y desapercibido. Incluso cayó por el lugar algún gánster venido a menos que ahora en vez de matones carga grabadora.
Los plumillas cumplieron con su habitual eficacia, los cámaras y fotógrafos digitalizaron aquellos instantes para la prensa, los telediarios y la posteridad y, por un día, los directores ejercieron de redactores, reverdeciendo su oficio sin que mediase publicidad alguna como contraprestación.
Fuera, un hecho inusual: ocho policías locales de Los Barrios proporcionando seguridad al encuentro. Alguien comentó jocosamente que ni siquiera se juntan tantos cuando alguno de ellos se casa.
¡Ven más por aquí, Moratinos!